Se nos ha dicho que estamos contra la espada y la pared, que si no usamos a la Guardia Nacional para detener migrantes, Trump nos impondrá aranceles.
Esta dicotomía es falsa. Hay otras múltiples herramientas que México podría utilizar para negociar su posición con Estados Unidos, y lidiar con los migrantes y refugiados centroamericanos. En este artículo las describo.
Hay al menos tres herramientas que México podría utilizar en la frontera sur que no supondrían utilizar la violencia en contra de los migrantes, y que podrían controlar el flujo de centroamericanos sin violar derechos humanos.
Herramienta #1. Ampliar los recursos que tenemos para recibir a los migrantes y refugiados a fin de canalizarlos adecuadamente. Es falso que no haya dinero para ello. No solo porque el dinero necesario para lograrlo no es exorbitante, sino porque continuar la estrategia actual es aún más costoso para México.
La estrategia actual es pedir a las personas que provienen de Centroamérica que esperen a que sean atendidos por agencias y oficinas migratorias que no tienen suficientes trabajadores para lidiar con el problema. Cuando los migrantes y refugiados centroamericanos se desesperan, se usa la fuerza de la Guardia Nacional como mecanismo de contención.
Esta estrategia parece barata y “austera”, pues no hay que gastar en tener buenas oficinas para recibir a los migrantes, pero en realidad es muy cara por dos razones.
Primero, porque no hay evidencia alguna de que la fuerza alguna vez haya sido efectiva conteniendo flujos migrantes. La evidencia muestra que, cuando se les rechaza, los migrantes esperan y tratan de entrar después por otros lados. Lo que se está haciendo hoy con la Guardia Nacional es solo patear el bote. El problema continuará y se agravará.
Segundo, la estrategia actual es muy costosa para México porque se está impidiendo que la Guardia Nacional se dedique a resolver el asunto por el que fue creada: la violencia. La violencia es uno de los principales problemas de nuestro país. Desviar recursos que podrían ser utilizados para reducirla es atentar directa y profundamente contra los intereses más importantes de los mexicanos.
Herramienta #2. Argumentar que no podemos contenerlos. Hasta hoy, México tenía una larga tradición de pretender que se estaba haciendo algo para contener a los migrantes centroamericanos, pero en realidad permitía el libre flujo por cuestiones humanitarias. Es falso que esto no pueda seguir haciéndose porque ahora Trump es “más duro”. Lo es porque las amenazas arancelarias de Trump no son creíbles.
La imposición de aranceles a México afectaría a Estados Unidos tanto como a México porque nuestras economías están muy integradas. De hecho, el principal detractor de imponer aranceles a México es el congreso de Estados Unidos. El congreso fungiría como un contrapeso a las ocurrencias de Trump.
De hecho, lo que sorprendió en aquellas negociaciones, no fue que Trump quisiera imponernos sanciones, sino que México aceptara tan rápida y lealmente hacerse cargo del problema migratorio.
México debe encontrar negociadores astutos y sin miedo, que argumenten que no podemos contener a los migrantes y soliciten recursos a Estados Unidos para lidiar con esta crisis migratoria. Se debe mostrar que es imposible cumplir con los compromisos que adquirimos cuando, al vapor, reaccionamos con miedo ante la posible imposición de aranceles.
Estos recursos pueden ser utilizados para ampliar el mercado laboral del sur, crear programas de aceptación temporal de migrantes para el trabajo en México, y resolver las condiciones de aquellos que estén buscando asilo. Es falso que el mercado laboral mexicano no pueda aceptar a los migrantes centroamericanos. México tiene una tasa de desocupación del 3.1% que es menor que la del año pasado. En nuestro país sí hay trabajo.
Herramienta #3. Internacionalmente crear una coalición de países que (a) exijan a las élites centroamericanas que creen mejores condiciones para su gente, y (b) provea apoyo monetario para controlar los factores que están expulsando a la gente de Centroamérica.
La migración es un fenómeno que proviene de la desigualdad y la falta de oportunidad. Centroamérica es una región de enormes desigualdades con una élite que, sin duda, podría hacer mucho más por su gente. Es momento de comenzar una conversación que también los haga a ellos responsables.
Más aún, México debería volverse líder de un esfuerzo conjunto de varios países, incluidos aquellos que, como Guatemala, también están siendo empujados por Trump a cambiar su política migratoria, para demandar apoyo por parte de la comunidad internacional a la región.
En general, si estas herramientas no están sobre la mesa, no es porque no existan, sino porque el gobierno actual no está dando cabida a funcionarios que puedan pensar crítica y creativamente, con experiencia negociadora y con mentalidad de largo plazo.
Estos funcionarios existen y son parte del servicio exterior de carrera. Su memoria, conocimiento, estrategia, experiencia y memoria histórica no deben ser echados de lado solo por querer confiar en personas de la 4T, leales a AMLO.
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